miércoles, 19 de octubre de 2011

Café y Helado

Resguardado de la tarde fría de la ciudad, en el café se respiraba un ambiente dulce.

Estaban sentados, uno frente a otro. Uno de ellos tomaba chocolate puro a la taza y el otro café con mucho azúcar.

J. le clavó sus ojos azules en la mirada de D., y éste al darse cuenta de ello, miró a su compañero.

-Hace tiempo que no sé nada de tí

-Podría decir exactamente lo mismo de tí.-Replicó rápidamente D.

-Mi vida no ha cambiado nada. Todo sigue igual que antes.

-¿Que antes de qué?

-No sé, supongo que de todo.

-¿Qué había antes, pues?

-Lo mismo que ahora

-¿Estás seguro? El tiempo nunca pasa en vano, los cambios se suceden, siempre llega algo...

-¿Y si no?¿Y si no llega nada? ¿Y si mi vida está tan vacía que nada llega y nada se va?

-Eso es físicamente imposible

-Será que yo estoy en contra de las leyes de la física-dijo J., algo apesadumbrado

-Verás, alguien me dijo una vez que la vida es como un río. Siempre puedes bañarte en el mismo lugar, pero las aguas nunca serán las mismas. Cada segundo es eterno, único e irrepetible. Realmente, los cambios sustanciales ocurren pocas veces, pero muchos pequeños cambios pueden llevar a un cambio radical.

J. miró a D.

-¿Te apetece un helado?

Realmente se conocían mejor entre ellos que a si mismos.

Compañeros, camaradas, amigos, adláteres el uno del otro. Una relación de las que duran toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario