jueves, 12 de enero de 2012

Time

Detén el tiempo. Hazlo desaparecer. Camina tranquilo, sereno. Piensa simplemente en lo que ocurre a tu alrededor, chasquea los dedos y detén el mundo todo el tiempo que quieras. Que no te importe si es de día o de noche, no dependas del tiempo, sé tú mismo el tiempo. Simplemente encárgate de respirar, de cerrar los ojos y sentirlo todo a tu alrededor pero sobre todo de sentirte a ti mismo. Ser independiente formando parte del "todo". Quédate contigo mismo a solas, piensa solo en ti, en ti ahora.

Ahora piensa en cómo estás ahora, en lo que eres, lo que has llegado a ser, piensa.  Deja que se mezcle, súmate a la paz. Tal vez esa sea la clave, parar el flujo del tiempo y sumirte en el sueño de la realidad.


Luego vuelve al pasado, lo que fuiste, lo que deseaste, lo que te gustaba y lo que no soportabas. Sé egocéntrico y concéntrate en cómo estás, en qué haces, en qué piensas, en lo que te gusta, y olvídalo todo, vive un segundo en el pasado, pero no más, pues si te hundes demasiado acabas formando parte de él.

Y ahora concéntrate en qué quieres ser ahora, cómo quieres ser ahora y qué te gusta ahora. Para ir pensando poco, muy poco a poco en el futuro, no te angusties, no pienses en lo que pueda pasar, simplemente únete a la incógnita. Piensa en todo lo que ahora quieres llegar a ser, piensa en todo aquello que te da tiempo a hacer.

Parece curioso que cuando el tiempo se detiene, todo pasa más deprisa. Pero si reflexionamos, tan sólo un poco, sobre nosotros mismos, acabaremos sabiendo, conociéndonos mejor. Disfruta del paisaje con los ojos cerrados, luego ábrelos y vuelve a disfrutar. ¿No es maravilloso que todo siga igual y que todo puede cambiar?
El cómo vaya depende enteramente de ti. A disfrutar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario