viernes, 9 de diciembre de 2011



Navidad

Hoy hemos montado el árbol, como todos los años, en el mismo lugar de siempre -a la izquierda de la puerta del salón, tapando el espejo- pero sin embargo ha sido diferente. No hemos sido los cuatro, aunque bueno, el año pasado tampoco estábamos los cuatro, pero había mucha más familia para compensar. Pero no ha sido igual.
Es curioso, he estado pensando en lo mucho que cambia todo sin que nos demos cuenta, variaciones sustanciales que pasan de forma inadvertida y tan sólo cuando son ya completamente tangibles nos damos cuenta de la diferencia.
Realmente no sabemos lo que tenemos -y lo que queremos- hasta que dejamos de tenerlo -o hasta que lo conseguimos-.

Hay cosas que parece que no están ahí, que apreciamos con todo nuestro ser y que, como podemos disfrutar de ellos todos los días, se nos olvida que realmente son esenciales. Ahora y siempre, pero justo ahora que se acerca la navidad, que va mucho más allá de polvorones y regalos, quered lo que tenéis y celebrad lo que conseguís.
Asaltad a los seres queridos y decidles "¡Qué alegría el conocerte!" regalar la mejor de nuestras sonrisas o un abrazo sincero son regalos incomparables a cualquiera de los objetos que podamos obtener, es ese y no cualquier otro, el verdadero "Espíritu Navideño", el que ayuda si ve que hay gente que necesita que se lo recuerden, querer y sentirse querido.

Hoy me siento feliz por lo que tengo -a quienes tengo, de hecho- y por todos los que espero tener.
Y de paso, dado que es un poquito adelantado para la verdadera navidad,
¡¡Os deseo un Feliz Adviento!! J


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